Los relatos de Haisea Pastora de Gorbea
Diciembre, 2022Alejémonos del mundanal ruido
Kaixo. Cuando llegan estas fechas, no sé por qué, me suelen asaltar pensamientos perrunos existenciales o filosóficos. Así, en ese trance, el otro día me tumbé patas arriba como Snoopy, dejando volar mi mente; al compás de las nubes que mecían las campas del Valle de Aramaio, donde pasaba la jornada con mi familia humana.
Viendo el cielo azul inmenso y recordando que el día anterior habíamos estado en la ajetreada ciudad, me puse a pensar que vivimos tiempos contaminados. Más allá del cambio climático y de sus tremendas consecuencias, la contaminación afecta a muchos aspectos de la vida cotidiana. La contaminación lumínica y sonora es capaz de traspasar los aislamientos de puertas y ventanas de las viviendas con sólo abrir una pantalla. Me refiero a la contaminación del relato de la actualidad.
A través de la presión mediática y el afán por la captación de audiencias, la distopía se está adueñando del relato social y de la actualidad, rociando diariamente con cierta dosis de estridencia y alarmismo las informaciones y noticias. Así, de esta guisa, nos estamos acostumbrando a convivir con un lenguaje informativo cada vez más belicista o militarizado. Forma parte de lo cotidiano encontrarnos con titulares en los que las polémicas «estallan», personas o hechos se sitúan en «el punto de mira», alguien que suelta «una bomba medática» o se enfrenta a un «bombardeo» de críticas… una persona famosa «explota» en un programa televisivo… el vestuario de tal equipo deportivo es un «polvorín» y hay quien «pide la cabeza» del entrenador… una película «arrasa», una marca «aplasta» a la competencia, una fotografía «incendia» las redes sociales, «guerras de precios», «batallas» y «luchas» de todo tipo y de todos los colores, utilizadas fuera del contexto de un conflicto bélico real y un largo etcétera de términos, influyen diariamente en el imaginario colectivo, transmitiendo un paisaje de la actualidad crispado u hostil.
Yo me pregunto, ¿Este alarmismo estridente refleja objetivamente la realidad? ¿Beneficia en algo? ¿Podemos prescindir de él? Me considero una perra afortunada porque vivo en un entorno en el que lo que escucho y siento proviene del relato de la naturaleza y de sus paisajes sonoros, de las voces pausadas de vecinas y vecinos y también –que los hay– de algún que otro «irrintxi» infantil causado por la diversión y excitación en sus juegos.
Aislarse de las pantallas ruidosas para escuchar el tintineo de los cencerros que se confunden con lejanos tañidos de campanarios, ya mudos de tantas ermitas rurales, o escuchar la música del agua en los recodos y saltos de nuestros arroyos y ríos, son un privilegio para quienes viven en el mundo rural y una alternativa socorrida para urbanitas que necesiten desconectar de la ruidosa banda sonora de la actualidad mediática.
Y, hablando de la actualidad ¿Por qué el mundo rural tiene tampoco eco en los medios? ¿Acaso el mundo rural no tiene un relato social mucho más de vanguardia, actualmente, que el que se emite desde el entorno macro-consumista de un modelo de vida que deriva hacia la crispación? ¿Por qué a menudo sólo merecen ser noticia de actualidad los pueblos cuando suceden en ellos algún hecho truculento? Preguntas y más preguntas que me hago viendo pasar nubes.
A las conclusiones que llego, desde mi pensamiento perruno es que, en tiempos de crisis se hace necesario abandonar el relato distópico y construir un relato desde la utopía que ayude realmente a orientar a las personas humanas hacia soluciones. Y ese relato utópico, desde el paradigma de la economía circular y de la transición ecólogica, tiene como protagonista a la nueva ruralidad.
Por todo ello, hoy en día, merece la pena apostar por garantizar la calidad de vida que ofrece el medio rural, lejos del mundanal ruido (si te quieres desconectar, claró está de ese tipo de pantallas ruidosas y alarmistas). Disfrutar de un ambiente menos crispado y dedicar el tiempo disponible a ocupaciones más reconfortantes, afortunadamente son posibles en la vida cotidiana de los pueblos de Álava.
Mis mejores deseos para avanzar en la construcción del relato de la nueva ruralidad como alternativa al relato belicista de urgencias
y alarmas que hostilizan el entorno. Es tiempo de alejarnos del artificio y aprender a disfrutar de lo natural. Guau!
Ondo izan