Los relatos de Haisea Pastora de Gorbea (5)
Septiembre, 2022Esplendor en la hierba
Kaixo. En mi paseo matinal por las praderas del monte Gorbea, al ver a las yeguas, ovejas y vacas pastando en un mar ondulado de hierba, me he acordado de un antiguo proverbio, atribuido a una tribu amerindia, que me contó mi amigo, el roble centenario de Ondategi: «no heredamos la tierra de nuestros ancestros, la tomamos prestada de nuestros hijos».
Hoy quiero hablaros de algunas de nuestras magníficas razas autóctonas que han experimentado un serio peligro de extinción. Empezaré por mi familia.
Euskal artzain txakurra, el perro pastor vasco
Aunque todavía no llegamos a los 1.000 miembros y, por lo tanto, se nos considera en peligro de extinción, nuestra raza está recuperándose progresivamente. Pertenecemos a dos variedades: «Iletsua», con el pelo duro y ondulado y «Gorbeiakoa», con el pelo rojizo, por eso también nos llaman «gorritxo». Aunque no sabemos la antigüedad de nuestra raza, se nos ha identificado en algunas pinturas del s.XVI. Dicen que somos muy activos, despiertos, curiosos y responsables. También, jeje, inteligentes y que aprendemos muy rápido.
Caballos
La raza «Euskal Herriko Mendiko Zaldia / Caballo de Monte del País Vasco» se originó a partir de los caballos que poblaban el territorio de Euskadi, por lo que están adaptados específicamente a nuestro medio rural. A los más asilvestrados los podemos ver campando a sus anchas por praderas de los montes alaveses. Otros, más domesticados, viven todo el año en prados y pastizales de nuestros pueblos. Además de su principal función, la producción de carne, desarrollan una importante labor en el mantenimiento de nuestros montes, librándolos de maleza y evitando así la propagación de incendios.
De la raza autóctona «Pottoka», existen pinturas rupestres en diversas cuevas vascas como Ekain y Santimamiñe con más de 30.000 años de antigüedad. Su aspecto de poney causa las delicias de niños y niñas que pueden montarse en estos caballos en algunas de las granjas y casas rurales de nuestros pueblos y son especialmente idóneos para iniciarlos en la equitación. A lo largo de la historia el pottoka ha desarrollado diferentes funciones: la monta, la caza, las guerras, tira del carro y trabajos agrónomos; últimamente, además de ser utilizado para mantener limpios los prados y las montañas, pueden ser vistos en varias actividades de equitación. A pesar de estas cualidades, esta raza también está en peligro de extinción, aunque se está recuperando con el impulso de ganaderías y asociaciones.
La vaca Terreña
Se distinguen dos variedades «La vaca Terreña de Gorbea», más pequeña y presente en las estribaciones del monte Gorbea, y «la vaca Terreña de Sierra Salvada» que, aunque en el pasado estuvo más distribuida, su presencia hoy se encuentra restringida a esta sierra alavesa. Hasta la década de los 60 se estimaba que la mitad de las vacas de cría de Euskadi pertenecían a la raza Terreña. La mecanización del campo y otras circunstancias como la introducción de razas especializadas, tanto en la producción de leche como de carne, fueron sustituyendo a esta raza hasta el punto que en el año 2.000 su censo fue de 225. Gracias a la puesta en marcha de un Programa de Conservación y un Plan Estratégico específico se ha podido revertir una tendencia que amenazaba con la extinción de esta raza bovina, autóctona de nuestras tierras.
Razas autóctonas desaparecidas
Peor suerte ha corrido la raza canina del «Pachón de Vitoria», uno de los perros de caza más antiguos del mundo, que se considera extinguida. Como pasó también con el cerdo de raza «Chato Vitoriano». Su época de mayor apogeo duró casi un siglo, entre 1850 y 1960. Durante aquellos años esta raza era la más demandada entre las razas porcinas en las distintas ferias alavesas, por su excelente calidad y cantidad de tocino. En 1955 el censo oficial establecía una cifra de 86.000 ejemplares. Pero el cambio de hábitos alimenticios y la busca de carnes más magras para su explotación lo fueron sustituyendo o cruzando con otras razas, hasta su desaparición.
Sostenibilidad y resiliencia
El empeño por preservar nuestra biodiversidad no es una tarea exclusiva de las administraciones públicas y de los sectores implicados. Todas y todos podemos apoyar la labor de recuperación de especies autóctonas amenazadas que a lo largo de la historia han desempeñado un papel fundamental en el modo de vida rural y que hoy en día son agentes esenciales para la propia conservación de la naturaleza. Consumir productos locales y de proximidad es un gesto que ayuda enormemente a no esquilmar la naturaleza que nos ha sido prestada.